Jim Jarmusch mezcla comedia y terror en Los muertos no mueren, una película protagonizada por Adam Driver, Bill Murray, Chloë Sevigny, Steve Buscemi y Tilda Swinton, entre otros.
En la apacible localidad de Centerville pasa algo raro. La luna vigila el pueblo permanentemente sobre la línea del horizonte, las horas de luz solar se están volviendo impredecibles y los animales han comenzado a comportarse de manera extraña. Nadie sabe por qué.
Los informativos de televisión son desconcertantes y los científicos están preocupados.
A pesar de todo, nadie es capaz de prever la mayor y más extraña invasión que pronto comenzará a sacudir Centerville: los muertos ya no están muertos.
Salen de sus tumbas y atacan salvajemente a los vivos para devorarlos; y los lugareños, que hasta el momento creían vivir una vida tranquila, se ven obligados a luchar para sobrevivir.
Autocomplacencia zombi
Javier Ocaña 28 JUN 2019 - 13:01 CEST
Aunque en principio en la película de Jarmusch encajan todas sus singularidades, como la extrañeza, la morosidad y el choque de culturas, también peca de cierto abandono.