Willem Dafoe se mete en la piel de Vincent Van Gogh en la película de Julian Schnabel Van Gogh, a las puertas de la eternidad.
1886, Arlés. El pintor holandés postimpresionista Vincent van Gogh huye del bullicio de París y se refugia en un pequeño pueblo de Francia. Allí es tratado amablemente por algunos y brutalmente por otros.
Madame Ginoux, la propietaria del restaurante del pueblo, se apiada de su pobreza y le regala un libro de contabilidad, que Vincent llena de dibujos. Pero sus continuos cambios de humor hacen que varios vecinos le tengan miedo.
Su mejor amigo Paul Gaugain le adora, pero acaba huyendo de su lado debido a la abrumadora personalidad de Vincent, y su hermano y comerciante de arte Theo le apoya incondicionalmente, pero no logra vender ni una sola de las pinturas del artista.
En esta tumultuosa época, Van Gogh pinta obras maestras espectaculares.
Un lujo llamado Willem Dafoe
Carlos Boyero 1 MAR 2019 - 03:27 CEST
Julian Schnabel, pintor muy cotizado, es realizador de un cine que jamás me ha conmocionado, pero su protagonista tiene sobriedad, profundidad, matices.